San Jerónimo es el patrón de los traductores porque viajó mucho, aprendió idiomas y tradujo la Biblia al latín vulgar que hablaba el pueblo. Su traducción es conocida como "la Vulgata" y su objetivo era hacer llegar el mensaje de Dios a todos.
A diferencia de otros santos, no acabó sus días torturado ni quemado, pero las cejas fruncidas que muestra en todas las pinturas nos hacen pensar que debía sufrir mucho trabajando de traductor en una época en la que todavía no había diccionarios online ni programas de traducción asistida.
Esta figura nos representa por el sufrimiento, esfuerzo y presión que sintió a la hora de traducir la Biblia. Todos los traductores nos hemos sentido alguna vez así, y quien diga que no, miente! ¡Todos deberíamos ser santos!